travelling mood – amicitia – viaje


es un hecho.

unas horas antes de comenzar viaje me golpea el subidón del viaje, la sensación de que volveré a la corriente (de in-consciencia) y daré un nuevo salto. todo eso me mueve el estómago y los pies. preparar la maleta y mi mochila, elegir los libros -compañeros imprescindibles-, los detalles que quiero tener con la gente que me espera al otro lado y la ropa a llevar -más importante al otro lado del charco… que la frontera yanqui es lugar de prejuicio-.

pero esta vez es diferente. he invertido más tiempo en despedirme que en prepararme para el iter. por alguna razón creo que ahora necesito dejar las cosas asentadas, hacer reír, ser útil, hablar un poco y escuchar mucho. todo eso que deberíamos hacer a diario por la gente que nos importa. pero no somos gente perfecta.

a eso voy, por influencia de un vecino 🙂

damos nuestra voz a cualquiera -en la clase, en un bar…- pero nos cuesta más ceder nuestra atención. ¿quiénes son nuestras amistades?, ¿a quiénes llamamos amigos?, ¿qué tenemos en común con esas personas?, ¿cuánta atención les prestamos?, ¿hasta dónde llegamos a aplicarles las máscaras del juego sobre su auténtico ser?.

eso queda para la re-flexión

ahora, por delante, está lo otro. el viaje.

de momento, una ducha. los Red Hot sonando. bajar al centro en busca de una confitería abierta. tomar una caña. terminar la maleta. hacer familia. prepararme para sonreír. sentir el travelling mood.


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