the big E


así llamamos en clase al esencialismo. el temido tropiezo que cualquiera estudiando cuestiones de sexo y género puede dar en cualquier momento.

el decir que mujeres y hombres somos diferentes en un grado tal que podemos definir como esencial. en lo básico nos diferenciamos; ergo toda variación ya sea biológica, ya sea cognitiva, ya sea de adaptación cultural se da porque somos distintos en el fondo. esa es la mierda que se mece constantemente junto al ventilador.

básicamente toda mi clase pasa de puntillas sobre el tema, citándolo de vez en cuando pero sin aventurar ninguna solución al respecto porque, obviamente, ninguna de mis compañeras está preparada para construir un puente tan alto como para pasar sobre un obstáculo tan grande. no hay ni que decir que yo, un recién llegado al tema, me desespero y caigo en el más absoluto derrotismo cada vez que percibo el olor de lo inevitable al otro lado de mis pensamientos. me envuelvo en una cálida capa de relativismo posmoderno y procuro mantenerme alejado del tema, aún sabiendo que antes o después tendré que preguntarme ¿somos esencialmente diferentes?, ¿dónde están las fronteras… en lo cultural o en lo biológico?

¿cómo no caer en esa dulce trampa, tan religiosa en su completud?, ¿cómo evitar esa amable invitación a decir que las mujeres sientes diferente que los hombres, que estos piensan, en cualquier cultura, de una manera diferente a aquellas?.

es fácil evitar las grandes fosas, históricamente repetidas pero ya superadas por la mayoría -como que los hombres son más inteligentes que las mujeres por naturaleza- pero no tanto pasar por encima de prejuicios que nos siguen repitiendo «las mujeres son más afines a lo recién nacidos que los hombres», «las mujeres tienen mejor gusto que los hombres» o «a las mujeres no les gusta el sexo». esas y otras muchas se nos presentan cada día camufladas bajo ropajes de todas las clases y no siempre las vemos venir.

me pregunto estas cosas, con más intensidad de la normal, porque me va la honra -académica y personal- en ello… cómo justifico mi estudio de un fenómeno social en el que presto atención sólo las participantes de un determinado sexo…

yo tengo mis respuestas; por ejemplo que estudio a un determinado grupo de mujeres, emplazadas en un contexto nacional que está unido a una forma de entender los roles de género y, por tanto, ejerce una presión que  es común a quienes forman parte de ese colectivo a uno u otro lado de las divisiones sexo/genéricas.

cosas del pensar.
cosas del ganar dinero.
cosas del obtener títulos.
muchas cosas muy mezcladas.
cosas que dices desde la academia.


3 respuestas a “the big E”

  1. No, no, no… al carajo con los que opinan que esto es hablar desde la academia. Hay mucho más en juego. Joder, cuando a un niño se le dice que un mamífero es distinto a un pez, nadie siente vergüenza. La cuestión es que la diferencia se ha convertido en un tema central de nuestro pensamiento. Hemos cobrado conciencia de «lo otro». No es baladí, como no lo es decidir si un país islámico debe ser o no democrático, o si la ablación o la subincisión o la circuncisión respeta los putos derechos humanos. Lo digo en serio, ¿cuántas de tus compañeras de clase pestañean antes de decir que democracia y derechos humanos son «razonablemente superiores» a otros modos de vivir? Hay que decidir. Hay que mojarse. Porque cambia las cosas. Yo digo que el género es «esencialmente» cultural. Pero es algo que sólo podemos descubrir desde nuestras posibilidades tecnico-médicas. Por tanto, es algo histórico y contingente. Si eso es así, la reivindicación de la diferencia como asunto político-social nunca puede ser visto desde la perspectiva de la universalidad. Desde el punto de vista cultural, biológico, político, legislativo, la unicidad sólo se da en la idea de individuo (ni siquiera en el de persona).

    Bueno, voy a parar, que ando un poco ciego, y es un tema que merece ser pensado a fondo. Sólo pregunto qué sentido tiene hablar de que el sexo es performativo y al mismo tiempo reivindicar la diferencia constitutiva. Y si la diferencia es accidental, cómo legislar sobre ella sin ambigüedades. Pasaréis por encima del «big E», pero te aseguro que ellos intentaron responder de alguna forma a estas preguntas al pensar el mundo. Hay que leer «El segundo sexo» con todo su trasfondo. Si no, sólo seréis técnicos de lo políticamente correcto. Que conste que lo digo desde el mayor de los afectos por el tema. Creo que lo que hacéis es nuclear, por eso es terriblemente importante que lo hagáis bien.

  2. lo primero, gracias por opinar con tanta energía al respecto, me alegra que el tema también te parezca relevante.

    tengo que decir que estoy a favor de aceptar diferencias pero poniéndoles las etiquetas necesarias. no lo dije porque me parece evidente pero creo que la piedra angular de este debate está en cómo las culturas construyen las ideas de hombre y mujer.

    la performatividad del género es algo básico para ver con más claridad -e incluso del sexo si lo entendemos como Judith Butler en sus primeros artículos- y nos lleva a entender que podemos ser todo los diferentes que queramos.. pero que no existe ningún super orden que nos divide en dos grupos separados, a eso voy.

    sobre lo de la corrección política… qué le den, de eso no hablo aquí porque realmente no me afecta ni hace presión en mi razonamiento.

    me gusta lo de «la reivindicación de la diferencia como asunto político-social nunca puede ser visto desde la perspectiva de la universalidad».. irás ciego pero dices cosas interesantes 🙂

    se hablará más del tema

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