me han regalado un hacha: ya estoy en Alemania


después de terminar ciertos trámites en Utrecht y de que Marcos se pusiera en mi piel para terminar otros en Oviedo -gracias, gracias, gracias- estoy en Heidelberg con la sonrisa en automático. y tengo un hacha nueva. cosas de la vida y sus diferentes necesidades.

resulta que tenemos mucha madera que nos regala un amigo de la familia. por lo visto tiene sobras de palés de carga y no sabe que hacer con ellos. ahora tenemos el sótano lleno de material a la espera de ser cortado… por eso el hacha.

el punto de esta historia es que cada sitio tiene sus necesidades y nos obliga a pensar en diferentes cosas: cuando estoy en Oviedo pienso en las cosas que haré con mis amigos y en cuándo volveré a salir de la ciudad; cuando estoy en Utrecht pienso en cómo sobreviviré al invierno y cómo me podré comunicar con mi familia/pareja/amigos. aquí en Heidelberg, mis preocupaciones son más terrenas. más de cómo calentar la casa, dónde comprar la mejor comida bio…

claro que en todas partes tengo la preocupación del cómo carajo mantener mi nivel de vida; cómo encontrar un trabajo que no me deprima demasiado; de dónde arañar minutos para escribir. claro. esa incertidumbre no se pierde con el cambio de espacio. no de momento.

el caso es que tengo un hacha, y una casa en la que me ilusiona hacer reparaciones, y una compañera que me prepara muesly artesanal, y unas plantas de tomate que resguardar del frío… y eso quiere decir muchas cosas. entre otras, que este pequeño apartamento en el decimonónico corazón de Heidelberg se ha convertido, sin que yo me diera mucha cuenta, en mi hogar.


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