el precio de las cosa que no pagamos


eso me pasa por salir de casa. ahora resulta que tengo que pagar por poder ver la televisión. normas del país: cada casa debe pagar por hacer uso de las ondas televisivas, el cable, la TDT… lo que sea. ah, y también de la radio.

algo parecido pasa con internet. no puedes ir a un distribuidor de servicios -como sería telefónica o telecable en España- y pedirles que te conecten por las bravas; hay que esperar a que una compañía del gobierno -sobresaturada de trabajo- vaya a tu casa para dar de paso la instalación… lo que, en nuestro caso, lleva ya 7 semanas en standby, y parece que aún queda un mínimo de 2 más.

me sorprende porque esas cosas que en España asumimos como grátis (tele, radio, bibliotecas -aquí pagas por sacarte el carnet y TIENES que estar empadornado en la ciudad- y conexión a un proveedor de internet) aquí constituyen pequeños gastos que sangran nuestra economía doméstica.

también hay otras que en la piel de toro ya cuestan bastante, por ejemplo la matrícula en la universidad, aquí tienen un precio desorbitado: en una carrera masificada como historia del arte -gente sentada en el suelo en casi cada clase- cada semestre cuesta 600€. claro que las clases merecen la pena y si un profesor no rinde lo tiene bastante jodido. umm. bien mirado quizá merecería la pena pagar un poco más y tener profesores que les gusta lo que hacen en vez de conocer todos esos ejemplares de caraduras que dan míseras clases -cuando las dan- y viven del cuento desde que sacan la plaza hasta que ponen a su hijo o a su ex-alumna y ex-polvo favorito en el departamento. pero ese no es el caso.

me gusta el supuesto estado del bienestar. y debo decir que: frente a la límpida y sin obstáculos realidad mesurada forma de vida germana, prefiero en muchos casos la denostada y caótica
complejidad de mi emvellecida piel de toro

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