el derecho a no fumar -o la primera polémica del 2011-


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parece que la ministra Pajín ha animado a la ciudadanía a denunciar a quienes incumplan la recién estrenada Ley Antitabaco, añadiendo oxígeno a un fuego que no dejará de arder sin tener una última explosión.

no se me entienda mal, estoy cruelmente contento por la nueva normativa y sólo tengo alabanzas para esta ley que me va a permitir estar en los bares sin tener que aguantar el humo ajeno ni apestar a tabaco cuando vuelvo a casa después de una noche de fiesta. supongo que muchas personas que fuman y propietarias de cafeterías, bares, restaurantes… no comprenderán este tipo de razones y verán la nueva ley como un ataque contra su libertad individual, de igual manera que una hostelera -que dirige un pequeño local de ocio nocturno en Oviedo- me decía hace unas semanas que le parecía una desmesurada injerencia gubernamental en la vida de la ciudadanía.

creo que es un error político plantear la situación que viviremos en los próximos meses como un enfrentamiento entre dos bandos, polarizando la opinión pública entre fumadores y no-fumadores, porque en ambos grupos hay personas que defienden diferentes posturas. el caso, y el objeto de este post, es crear un documento escrito que me refresque la memoria cuando, en el futuro, eche la vista atrás para recordar los principios de este «alto el humo», esta «zona de des-humificación» de nuestros locales públicos de birra y café, menú del día y parque infantil. los argumentos que se dan contra la ley, sobre todo desde la hostelería, se llevan, en mi opinión, la palma del disparate y aseguran divertidas carcajadas en ese futuro para el que escribo esto.

se profetizan locales vacíos y pérdidas millonarias, la debacle de todo un colectivo que verá su forma de vida echada a perder porque «el pueblo español, que es de socializar mucho en la calle, no como en los países nórdicos, no irá a un bar si no puede echarse un pito tras el café». un escaneo rápido y sin valor estadístico ninguno por los bares de mi asturiana ciudad me dice que hay de todo, desde locales con tanta gente como antes hasta bares de barrio en los que veo, debo reconocer que con sorpresa, bastante menos gente que en otros días… pero quizá eso se deba a las fechas, qué sé yo.

el caso es que -aquí viene mi profecía particular, basada más en observación de otros países, como Italia o Reino Unido, donde también hubo polémica, nada que ver con la aburrida aceptación alemana que vieron el sentido de la medida sin mucho alboroto- en unos meses a nadie le sorprenderá tener que ponerse la chaqueta para ir a fumar a la calle, los locales más concienciados/inteligentes/cuidadosos se preocuparán por poner ceniceros, mantas y otras amenidades a disposición de la clientela, de igual forma que compran pantallas de televisión más grandes para atraer la atención, y se terminará el problema. es evidente que las culturas mediterráneas socializan más en la calle que las nórdicas -cuestión de grados bajo cero, supongo- pero el tabaco no es tan importante como nos quieren hacer creer, y, a la larga/más allá de cabreos momentáneos, toda la sociedad gana sacando el humo donde moleste menos.

démonos unos meses para ver cómo se cumple la ley, cómo se solucionan los problemas y qué pasa con quienes se empeñen en buscar alternativas al sentido común –negándose a acatar la ley o convirtiendo el bar de la esquina en un «club de fumadores«-

lo lamento por quienes fumen de manera realmente compulsiva y lo vayan a pasar mal teniendo que reprimirse -de la misma manera que comprendo el dolor que sufre cualquier adicto-, pero no tengo la menor compasión para con las personas que consideran su derecho el hacerme fumar humo de segunda cuando yo no quiero fumar ni el de primera. con la inmensa mayoría -fumadora o no- que se encuentra en el medio, nos vemos, como siempre, en los bares.

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