si tienes más de veinticinco años -o así- recordarás el momento en que internet apareció en nuestras vidas… un poco como una visita que llevábamos tiempo viendo llegar y a la que nos acostumbramos sin mucho problema. parecía normal que aquello que habíamos visto en televisión -las videocomunicaciones y esas cosas de ciencia ficción- empezaran a aparecer en nuestras vidas a mediados- finales de los noventa.
el caso es que en estados unidos se convierte pronto en una forma de vida en la que se reproducen muchos de los tópicos de los pioneros en el nuevo mundo, no sólo es ahí donde aparece por primera vez lo de la frontera digital -acompañada por los cibercowboys y demás personajes literarios, ahí tienes Neuromancer como influencia profética-. así que se empieza a hablar de libertad y esas cosas con un giro tecnológico.
«internet nos hará libres»
sólo que no. no era para tanto. muchos pensaron que en poco tiempo estaríamos «viviendo» dentro de la red en algún tipo de realidad virtual que nos permitiría dejar atrás estos sacos de carne y convertirnos en iconos luminiscentes y reproducciones cambiantes de lo que nosotros quisiéramos. ese era el atractivo. la información viajaba por todo el mundo y las líneas de discusión, hijas de las famosas bbs, empezaron a perder importancia ante la llegada del chat -ahí nos volvimos locos- lo que contribuyó a que viéramos la internet como algo que nos haría trascender.
he ahí la utopía.
luego, claro, llegó la violación digital… en un MOO -recuerdas esos juegos antiguos en los que no había gráficos animados sino solo instrucciones del tipo «camino hacia el armario», «digo: hola!»- llamado LambdaMOO -aún puedes acceder a él si quieres, mediante una simple conexión telnet… nada de navegadores, para qué, ¡¡es otra vez el año 1993!!- un personaje masculino usó un script que le permitió controlar el cuerpo de otro personaje femenino y obligarlo a mantener relaciones cibersexuales.
lo que quiero decir es que empezaron a pasar cosas que hicieron perder un poco de brillo: todo se lleno de gente buscando sexo, aparecieron los primeros fraudes, los anuncios chillones que saltaban de la pantalla a cada click… y ahí quedó la cosa. internet se popularizo y se convirtió en la maravillosa herramienta que es hoy en día y, aunque muchas personas seguimos enamoradas de esa mitología, el hip ha pasado ya.
hace un par de años estuve en una clase en la que estudiábamos este tema -y el de la violación en un mundo virtual- con ayuda de un libro muy interesante para quién esté interesada en saber más sobre cómo se usaba la primera internet pública de manera grupal. el libro es Communities in Cyberspace, de Marc A. Smith y aunque no trata nada de los últimos 10 años -fue publicado a principios del 99- sirve para entender lo diferentes que eran las cosas entonces.
…
debo confesar que mientras escribía esto me he conectado otra vez a lambda.moo.mud.org 8888 y me encanta leer de nuevo el mensaje de entrada en el «mundo» de LAmbdaMOO:
The Coat Closet
The closet is a dark, cramped space. It appears to be very crowded in here;
you keep bumping into what feels like coats, boots, and other people
(apparently sleeping). One useful thing that you’ve discovered in your
bumbling about is a metal doorknob set at waist level into what might be a
door. Next to it is a spring lever labeled ‘QUIET!’