True Detective y los hombres de familia (esbozo de artículo por-venir)


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la serie del año 2014, sin lugar a dudas fue True Detective. esa mezcla entre historia detectivesca y thriller de horror contiene tantas capas que es difícil que una persona no encuentre en ella algo -o varias cosas- de su agrado.

cada pocos años vemos levantar cortinas de humo digital después de que se descubra la mejor serie del siglo (de turno); sucedió con Breaking Bad, que estaba bien escrita y bien filmada pero a la que le faltaba ese «algo» extra que hizo grandes a otras producciones para la gran pequeña pantalla, como son las siempre citadas en estos casos The Sopranos o The Wire.

True Detective se merece un puesto en el olimpo televisivo, no porque nunca hayamos visto nada igual, sino porque en pocas ocasiones habíamos visto una narración de tanta calidad en ese formato.

está claro que en las últimas décadas se ha producido un cambio de dominante, desde la transmisión escrita de historias, pasando por un breve interregno radiofónico, a las imágenes en movimiento con audio, es decir, las novelas han pedido importancia a favor del discurso audiovisual y la televisión. una consecuencia de este cambio es que las demostraciones de talento creativo se producen, cada vez más, en este medio y a través de ese canal. esto no quiere decir que la literatura desaparezca sino que no goza del mismo tipo de misma popularidad que antes.

sea como fuese, Nic Pizzolatto y Cary Fukunaga, guionista y director, respectivamente, de la primera temporada, han conseguido comunicar una historia inquietantemente interesante en la que lo mundano y lo divino (o ateísticamente sublime) se unen con una elegancia que merece reconocimiento.

en el centro de la historia narrada se encuentran los dos personajes centrales, el dúo malavenido de detectives Rust Cohle (interpretada magníficamente por Matthew McConaughey) y Marty Hart (a quien da vida Woody Harrelson), cuya relación adquiere con el paso del tiempo una importancia similar a la de la captura de un asesino en serie, macguffin de la historia.

[a partir de aquí hablaré de detalles de la serie. si aún no has visto la serie y crees que te interesaría hacerlo antes de saber detalles sobre la misma… por favor, hazlo]

casi cualquier revisión de la serie destacará el hecho de que Cohle es un auténtico detective, es decir un filósofo pesimista que sufre alucinaciones debido a su adicción a las drogas, mientras que Hart un adúltero sin remedio que hace gala de una doble moral despreciable. pero, en el fondo, ambos son solo dos ejemplos concretos de hombres fracasados, rotos, cada uno a su manera, porque no pueden cumplir satisfactoriamente con su papel ideal de hombres de familia.

la serie presenta un tema que está presente de manera constante en todos los episodios, y este es el de la fuerza de la familia como símbolo y objeto de deseo. como soñada fuente de estabilidad que nunca puede ser alcanzada en la realidad.

la idealización de la familia y las consecuencias de su pérdida son lo que parece haber arrastrado a Cohle a su pesimismo cósmico (que, por cierto, parece haber sido plagiado casi frase por frase del interesante, si bien conceptualmente asfixiante The Conspiracy against the Human Race, del filósofo norteamericano Thomas Ligotti). Hart, por su lado, pierde parte de la identidad que él presuponía propia y trataba de proyectar, cuando su mujer decide separarse de él y llevarse a sus hijas.

la imagen de la familia feliz aparece en esta serie como un sueño casi obtenible, pero nunca realmente disfrutado. el mito patriarcal de la familia como oasis de tranquilidad en el que el hombre se refugia de la brutalidad del mundo exterior, la mujer que no tiene otra función que la de complacer a su marido, las hijas que son la fuente de alegría del padre… todo estas ideas se deconstruyen haciendo evidentes las fracturas entre la realidad y la ficción, y poniendo en evidencia los centros de significado sobre los que están construídas.

Cohle, consciente de la influencia que la muerte de su hija ha tenido sobre su vida, asume que él es quien es porque, ante la ausencia de referentes humanos que lo controlen, no puede ser de otra manera. de ahí la adicción al peligro, a las drogas y al alcohol. de ahí su filosofía.

Hart mantiene, durante la mayor parte de la serie, una posición de difícil defensa, según la cual la familia es lo más importante para un hombre, pero este, a veces, debe cometer adulterio para desahogar fuera de casa las tensiones del trabajo sin perjudicar a las personas que más se quiere. solo cambia de parecer cuando el horror lo sobrepasa y se encuentra, de verdad, solo en la oscuridad… y pierde su máscara de hombre duro para recuperar un poco de su humanidad.

el último capítulo de la serie, como dicen en Jot Down, es un final feliz. nos presenta la reunión de las familias. Hart rompe a llorar ante la visita de sus hijas y su ex-mujer, y Cohle se reúne con su hija y su padre, en un encuentro redentor que lo llena de esperanza y disuelve, aparentemente, una gran parte de su negatividad en favor de un renovado optimismo.

[Añadido: The Newyorker pucblicó el 03/03/14 un artículo muy interesante sobre la representación de las mujeres en la Serie: «Cool Story, Bro«]

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