sentir nostalgia de la educación franquista… emoticón para nausea?


leyendo el periódico de ayer -sí, qué pasa, voy a destiempo… otra vez sincopado, qué le voy a hacer- me entero de que la presidenta de la comunidad de Madrid apoya públicamente la reunión organizada por la Universidad San Pablo CEU para defender y propagar las virtudes de la educación pre-sesenta y ocho, así en frío. parece que tras la mágica fecha dejamos atrás el camino adecuado y convertimos las aulas en lugares de recreo y distracción en vez de en centros de saber y aprendizaje. leo que los pilares de esta vuelta a la educación como-dios-manda serían: la autoridad del profesor, la cultura del esfuerzo, el aprendizaje individual a través de la transmisión de conocimientos y del uso de la razón, la memoria y el cálculo. lo que se entiende por ir a clase, escuchar al profesor, memorizar lo que suelta y ya está.

no quiero resultar frívolo pero me parece bastante extraño que alguien admita públicamente querer la vuelta de un sistema que anula al alumnado y convierte las clases en un volcado de información y en un torrente unidireccional. es más, me sorprende que la San Pablo CEU quiera eso… porque significa formar peores estudiantes. en mi breve experiencia en el mundo universitario -digo como docente, de estudiante tengo lo mío y para compartir- pude ver cómo el sistema más elitista y eficaz que puedo imaginar era el basado en pocos estudiantes entrando en diálogo con un profesor o profesora altamente competente en su campo que guiaba el aprendizaje y se encargaba, sobre todo, de generar interés y de promover el desarrollo de herramientas críticas para permitir que quien salía de esas clases se sintiera competente ante la materia que estaba, no sólo estudiando sino también viviendo. claro que para hacer eso tendríamos que tener un sistema universitario privado o mucho más dinero invertido en educación: lo primero no lo quiero y lo segundo no lo espero, así que nada de diez alumnas por clase.

una cosa que parece sobresalir en los intereses de este grupo es la autoridad del profesor -por cierto, no les costaba tanto usar algún femenino de vez en cuanto- y creo que eso dice ya bastante de por dónde van los tiros: la educación va mal y es un problema de disciplina… estoy totalmente de acuerdo con lo primero y totalmente en desacuerdo con lo segundo. que estamos criando una generación de incultos es cierto, no hay más que hablar un poco con la chavalería… tanto cambio y reestructuración sin profesionales capacitados al otro lado de la tarima les han dejado hechos una mierda, pero la autoridad no es la solución sino parte del problema. pongamos por caso que consigues el respeto de la clase a la autoridad de quien enseña… ¿qué quiere decir eso, que le admiran o que le temen? para mí está claro, este amable grupo de estudiantes, la Unión Democrática de Estudiantes -aquí tenéis su web. un verdadero ejemplo de lo que es estar en el siglo xxi– quiere que la jerarquía de la clase se vuelva a respetar… pero quienes tenemos más de veticinco caños seguro que recordamos cómo se conseguía eso, ¿no?. qué alegría la de los borradores volando, las tizas snipper y los amables pescozones deparados a quien hablaba sin levantar la mano. recuerdo el sentimiento de respeto. sí. claro.

vamos, gente. lo digo como antiguo estudiante de filología que conoce el valor de sentarse ante un texto y trabajar con él hasta que las cosas empiezan a cuadrar… y defiendo una sana dosis de memorística para amueblar un poco el caos abstracto de nuestras cabezas, pero no todo puede ser así. debemos recordar que el sentimiento de utilidad está casi ausente en la mayor parte de las aulas españolas y fijáos que no especifico nivel, porque creo que es un problema que encontramos desde la EGB hasta los cursos de doctorado… se nos olvida que aprender quiere decir también aprender a usar y eso es prácticamente imosible de lograr a través de una pedagogía como la de antes del sesenta y ocho, para decirlo en otras palabras: no podemos ni debemos volver a una educación franquista, por muy democráticos y populares que sean quiénes lo defiendan.

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