que la vida estaba en otra parte…


… ya lo sospechábamos hace tiempo. el buscar nuevos horizontes para encontrarnos a nosotros mismos como somos de verdad. toda esas tonterías que tan firmemente creo porque justifican mi vida en los últimos tres años.

pero resulta que algunos sitios nos dan la sensación de estar más vivos que otros. más pregnados de latidos.

cuando paseamos sus calles sentimos que estamos un poco más cerca de la «esencia» , que, de alguna manera, hemos vuelto a un camino que nunca debimos abandonar.

he pasado una semana larga perdido en el sur de Italia, en una casita de las colinas de Campania, a diez minutos en vespa de Santa María di Castelabate. hacía cinco años que no pasaba «tanto tiempo» desconectado y puede que eso fuera también parte del proceso epifánico.

antes de ayer estaba sentado al borde del mar, junto a las impropias pero familiares piedras de un espigón, viendo a un grupo de chavales y chavalas de mi edad -ninguno parecía llegar a la treintena- jugar con los hijos de una de las parejas. todo era tan básico y tan tranquilo. la historia que me contaban -o la que yo inventé sobre sus gestos- era tan satisfactoria y ajena a complicaciones que me quedé pillado de su hermosura.

luego me dí cuenta de que todo eso era sólo mierda idealizada y ganas de buscar una explicación poética a los tres pies del gato, en vez de admitir que la pobre criatura está coja.

no existen paraísos perdidos donde la vida sea perfecta. ningún lugar nos puede hacer totalmente felices porque no se trata del lugar en el que estás, ni siquiera de la compañía en que estés, aunque estas son dos de las cosas más importantes de nuestra vida.

los viajes no nos cambian, pero nos ofrecen nuevas visiones… esas que nosotros -yo- confundimos con mayor autenticidad, con mayor libertad. seré idiota, como si no supiera que la hierba parece siempre más verde al otro lado del cercado.

al final se trata sólo de aprender a disfrutar lo mejor de cada pequeño paraíso. aprender a empatizar y vampirizar a partes iguales. eso es la vida. y merece la pena vivirse a tragos.

hola de nuevo. vuelvo a estar a este lado de la tecla.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *