la masacre de Winnenden, el dolor alemán y la estupidez generalizada


203648308_bed5f64b14_m.jpga estas alturas de juego todo el mundo sabe que ayer en el suroeste de Alemania, cerca de Stuttgart, en una pequeña ciudad llamada Winnenden un chaval de apenas 17 años que hace poco abandonó su medicación contra la depresión, entró en su antiguo instituto con una pistola y asesinó a 12 personas -ocho alumnas, un alumno y tres profesoras- después mató al jardinero de una institución mental cercana, secuestró a un conductor para que le llevara a un polígono industrial, asesinó a dos personas más en un cencesionario, se enzarzó en un tiroteo con la policía, recibió un balazo y él mismo se quitó la vida de un disparo en la cabeza.

si has leído el párrafo anterior de una sentada, por falta de puntos, bien. porque eso ayuda a entender cómo está la gente en Baden-Württenberg, el estado en que tuvo lugar la masacre y donde yo resido. todo el mundo se queda sin aliento cuando hablan de lo sucedido. y hablan de ello todo el rato.

ayer, en la televisión, una vecina del pueblo decía algo como «este tipo de cosas antes sólo pasaban en América. pero ahora América está aquí«. y en cierta forma es verdad que esto de los tiroteos en los institutos es una cosa que siempre asociamos a EEUU, al loco de turno con mil armas en el racho, que un día revienta, se sube a la torre del high-school y se convierte en otra pesadilla, o que recorre los pasillos de Columbine o siembra el caos por varios institutos de Virginia Tech.

pero no se trata sólo de un producto made in USA… aunque las excusas se parezcan: estaba enfermo, era un solitario, no hablaba con nadie, jugaba mucho con el ordenador. esas cosas.

dejo para otros más capaces la relación entre civilización, represión y válvulas de escape. ya lo decía N. Elías (resumen interesante de sus teorías sobre civilización) as´que no abundaré en ello.

cuando se tiene un pasado reciente como el alemán, todo lo que tenga que ver con la violencia y aún más con el asesinato en territorio nacional se percibe y vive de manera mucho más personal. como si los horrores de la Alemania Nazi estuvieran de alguna forma acechando para volver a hundir sus garras en el corazón de sus gentes. ese es el sentimiento que parece estar en el fondo de todos los comentarios que escucho sobre la matanza. «en Alemania no somos violentos» y sus variaciones es una de las frases que más me han dicho, quizá por mi condición de extranjero aquí. y tienen razón, este país es bastante más tranquilo que ninguno en los que he vivido. pero de vez en cuando a alguien se le cruza un cable, resulta que tiene acceso a armas de fuego -incomprensible. lo siento por quienes cacen o tiren al blanco, pero no lo entiendo- y se va a pagar sus frustraciones con la brutal pasión que sólo un adolescente puede desplegar.

de las 15 personas que mató, 16 incluyéndole en esa cuenta, 11 eran mujeres y el número se hace más evidente cuando prestas atención a quiénes disparó de entre sus iguales -de edad- nueve chicas y sólo un chico. si esto no es violencia de género…

y aquí habré perdido algunos lectores, pero para mí está claro: cuando sales de casa sabiendo que vas a matar y eliges como blancos a nueve chicas y tres profesoras, tu sesgo asesino es evidente.

un compañero y vecino dijo a los periódicos que odiaba a las mujeres y esto dice bastante, aún sin saber el detonante de la matanza, la gota que colmó el vaso o lo que sea que le hizo coger, precisamente ayer, la beretta que su padre NO guardaba en el armario de las armas -espero que al tipo en cuestión le caiga un buen puro por imprudencia-, avisara por internet que iba a «hacer una buena parrillada» en su antiguo instituto y se fuera a matar y morir.

much@s ven un crimen inexplicable, para mí es sólo una consecuencia de las tensiones por las que pasa cualquier adolescente más una incomprensión de los mecanismos de ayuda que la sociedad alemana ofrece, más la citada accesibilidad a las armas más un problema de odio a las mujeres.

el crimen que hoy sentimos es el asesinato de 15 personas inocentes pero no debiéramos dejar de pensar en por qué fue posible.

no voy a culpar a «la sociedad» de lo que ocurrió en Winnenden, pero creo que ese chaval es, en parte, una consecuencia de un fallo en el sistema. al menos por la ausencia de mecanismos de detección.

reconozco que no iba a escribir nada de esto, al fin y al cabo sólo son ideas fruto de la observación más o menos in situ, pero después empecé a leer, sobre todo en medios españoles, porque en los alemanes casi no se hace referencia al hecho, que era un obsesionado de los videojuegos y que en su ordenador tenía archivos de contenido pornográfico. ¡si esos dos rasgos fueran un indicador de «Wackos potenciales» el 80% de los adolescentes estarían en esa lista!

y ahí empieza la estupidez generalizada. los videojuegos y el internet conducen a la debacle moral de nuestros países y todo ese discurso ignorante y tecnófobo me resulta increíble. pero me temo que en los próximos días oiremos hablar muuucho de esa conexión fatal en vez de debatir sobre cómo ayudamos a los enfermos mentales, cómo cuidamos a los adolescentes con problemas, para qué necesitamos armas en este siglo XXI cuya utopía empieza ya a desteñir, qué pasa con los hombres que tantas mujeres matan -así de crudo te lo digo, compañero- y qué pasa cuando esas condiciones se dan en un mismo individuo.

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2 respuestas a “la masacre de Winnenden, el dolor alemán y la estupidez generalizada”

  1. Cuanta razon tienes y si no son los videojuegos, son los juegos de rol, total lo importante es culpar a alguien, por que es mas facil que buscar las soluciones reales a estos problemas, que triste….

  2. está claro que en manos de una persona con problemas mentales, con una inestabilidad emocional como la de ese chaval cualquier cosa influye… pero señalar de manera especial a los videojuegos -igual que antes se hizo con los libros, el cine o los juegos de rol- es demasiado simplista. y estúpido.

    gracias por el comentario.

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