sé que ese titular no se merece la bajeza del post. te lo digo antes de empezar. pero jugar con la obra de Kundera me viene genial para lo que quiero contar.
ahora más que nunca podemos estar al tanto de todo. un avión se cae del cielo en Madrid y los lamentos se escuchan en una pequeña trattoria del sur de Italia; un amigo me comenta algo en un twitt y llega a mi móvil; puedes estar siempre conectado, siempre presente, siempre allí… sin importar dónde estés físicamente. eso hace que el lugar no sea tan importante como lo que haces allí, como la calidad de la conexión que allí puedes utilizar.
la ubicuidad de nuestra información me encanta, partamos de ahí, ya lo he dicho unas cuantas veces. pero también es verdad que eso hace cada vez más difícil encontrar algo que no sea más «auténtico» una vez filtrado por las nuevas tecnologías. un poco como los fuegos artificiales de Beijing, que se vieron muy bien sobre el estadio nido y mucho mejor por televisión gracias al uso de la edición de vídeo y retoque fotográfico.
cuando estás ate unas ruinas de cientos de años te molesta el calor, los mosquitos, las hormigas que se empeñan en trepar por tus piernas sólo para morderte. cuando lo ves desde la comodidad de tu pantalla de 24» o tu enorme tele de plasma, eso no pasa y además llegas a sitios que tú sola no podrías.
las recreaciones, lo tengo claro, resultan más satisfactorias que los restos de la realidad. paseando por Pompeya vi a muchas personas aburridas, haciendo fotos y vídeos que después comentaban animados mientras tomaban un helado en la cafetería. en el museo de Pestum, casi nadie prestaba atención a los restos de vasijas en que se representaban hechos cotidianos, pero se quedaban como piedras ante los dibujos de «la vida en la Antigüedad».
estar cada vez tiene menos importancia. las ruinas se pueden ver desde cualquier lugar y las otras experiencias sensoriales cada vez tienen menos importancia -¿o no se me tacharía de cursi si digo que el olor de la selva es tan importante como las propias pirámides en mi recuerdo de las ruinas maya de Palenque?-.
la presencia le pierde el combate a la telepresencia, a las realidades diferidas. incluso entre la gente que viaja, que es mucha, se produce un fenómeno de inter-mediación muy fuerte. tanto que si te acercas a un circuito turístico te das cuenta de que todo el mundo ve las mismas cosas, sin importar que haya otras más interesantes; y así se llega a formar la idea de que, cuando viajas a España, por ejemplo, y eres inglés, por ejemplo, tienes que ir a ver Barcelona y Granada. ni siquiera Madrid porque ya se está quedando «fuera del circuito», a no ser que te interesen mucho los museos de pintura.
así, por la fuerza del mercado, cada vez son más quienes viajan para ser parte de una experiencia -la España Flamenca, la Italia Tradicional, la Alemania Romántica; cito nombres de tours ofrecidos por una agencia creo que inglesa en el aeropuerto de Nápoles-.
conocí a un alemán que lleva poco más de diez años en Italia y dice ser italiano, dice haberse desprendido de toda su «cultura alemana». el pobre gilipollas. sin embargo, como él, hay muchas personas, y estoy seguro de que son terriblemente felices con sus vidas porque han conseguido liberarse hasta el punto de llegar a ser quienes quieren ser, a vestir una máscara que se han creado a medida. y ese es un juego entretenido.
a consecuencia de todas las cosas que he ido arrojando a esta entrada, creo que es importante recordar cómo el lugar en el que estamos nos influye; sus costumbres y su idioma. el lugar en sí tiene una importancia capital, y eso no se puede cambiar con la telepresencia. da igual que yo hable con mi familia cada día, que lea el mismo periódico que leo en mi región o que conozca por blogs/twitts lo que hacen amigos; si no estoy en mi ciudad, ellos serán para mí una conversación telefónica rutinaria, un grupo de palabras leído en la pantalla o una nueva update de mi servicio de mensajería. es un «como sí» pero no de verdad.
puede que estar se esté volviendo poco importante para muchos, pero para mí lo es cada vez más. por eso es importante ir, ver, tocar, tropezar y poder contar. por eso es también importante saber que en algún momento necesitarás regresar.
Una respuesta a “la insoportable levedad de estar”
Dos entradas curiosamente interesantes (con toques de emotividad). Es lo malo de tener tiempo para pensar, claro. En fin, bienvenido de vuelta a la telerealidad.