el privilegio de leer


podría fácilmente ponerme emotivo y hablar con cariño fetichista de los libros, de esa «poderosa compañera que es la literatura», como escribí una vez, hace ya once años, para el periódico de la semana del libro ovetense, celebrando el placer que la literatura brinda ala humanidad desde hace milenios. pero ahora las cosas ha cambiado, ni mi ciudad tiene periódico de la semana del libro ni yo escribo casi anda esperanzado. que carajo,¡ casi ya ni leo por placer!. todo se reduce ahora a leer por pseudo-obligación y escuchar audiolibros. the times, they are changing, que decía Dylan. que ahora tampoco canta, sino susurra y aporrea teclados que hace tiempo ya no le necesitan.

pero no todo es cinismo. google books me ha arrancado una sonrisa hoy. cuando buceando entre sus miles de libros me encontré con uno que andaba buscando –Teoría literaria feminista, de Toril Moi– y me ahorré el tener que pedirlo a la biblioteca, o comprarlo por iberlibro o hacer alguna de esas cosas tan normales que hicimos toda la vida cuando queríamos conseguir algo. mover el culo hasta donde sea que estaba en vez de esperar que apareciera en la pantalla. si los protagonistas de los cuentos medievales vivieran en nuestra época, en vez de ir al confín del mundo para encontrar el objeto más hermoso de la existencia -«y cuando ella abrió el paquete, vió su imagen reflejada en la pulida superficie de un espejo»- lo pedirían a Amazon y esperarían la llegada del paquete en la bio-taberna. por mucho que me moleste, a esta altura de partida estoy convencido de que yo también lo haría así. hermosos pecados de la vida moderna.

el caso es que ahora que estoy lejos del confort de mi biblioteca habitual, de esa red que en mi ciudad forman la biblioteca universitaria, la regional y la de los barrios -sorprendentemente buenas, algunas de ellas- me tengo que buscar la vida como bien puedo, parcheando saberes con los recursos de cada lugar. en algunos casos eso es bueno -perderme por los pasillos de la biblioteca de Pomona College era intelectualmente orgásmico- o frustrante -en Utrecht había una copia de los libros… y aún así, las humanidades no son su mayor prioridad- o desconcertante -¿cómo que en la universidad de Heidelberg no se puede sacar de la sala ninguno de los libros que me interesan porque están muy solicitados?, ¿creen que leeré más rápido peleándome por fotocopiar el original o mirando a ambos lados mientras repaso el manual en una mesa incómoda?-. diferentes experiencias.

el caso es que ahora, gracias a la desproporción escaneadora de Google podemos leer, guardar -bueno, eso no puedes hacerlo… que está feo- y en definitiva disfrutar un montón de saber, historias, mentiras históricamente reforzadas… de todo un poco.

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